Problemas en la terminología: sinonimia, polisemia y cambio de significado
El estudio de los orígenes del vocabulario químico permite, además, identificar las principales razones por las que la terminología química presenta problemas tales como la sinonimia o la polisemia.
Un mismo compuesto nombrado según criterios diferentes puede dar lugar a la aparición de dos sinónimos como "tungsteno" (del sueco tung sten, piedra pesada) o "wolframio" (del nombre del mineral wolframita). Muchos términos utilizados por los primeros cultivadores de la química tenían un significado ambiguo y podían designar lo que en la actualidad consideramos un gran número de sustancias diferentes. Un ejemplo es la expresión "aqua fortis" (agua fuerte), que hoy continuamos utilizando para designar el ácido nítrico, la cual fue empleada en otros momentos para nombrar también el "espíritu de vino" (alcohol) o la sosa caústica en disolución.
Otro problema relacionado con el carácter histórico de la terminología química es el cambio de significado que han sufrido los términos a lo largo del tiempo. Resulta fácil comprobar esta cuestión en palabras como "átomo", que fue acuñado por los primeros pensadores atomistas griegos, con el objetivo de designar las últimas partículas indivisibles que constituyen todas las cosas. Procede del prefijo griego "a-", que indica negación o privación, y la raíz también griega "tómos", que significa" parte". Desde el punto de vista etimológico, su significado es, por lo tanto, "sin partes" o "indivisible". A lo largo de los siglos, este término ha adquirido diferentes significados y en la actualidad es empleado para designar unas entidades físicas que, paradójicamente, ya no son consideradas indivisibles, sino constituidas por electrones, protones, neutrones y otras partículas subatómicas [METZGER (1947)]. Semejantes cambios de significado se han producido en el caso de términos como "elemento y compuesto", "análisis y síntesis" [OLDROYD (1973)], "radical orgánico" [NOEL (1981)] o "afinidad química" [DUNCAN (1981)].
Otro ejemplo conocido de cambio de significado es el término "oxígeno". Fue acuñado por Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) que consideraba a este elemento como la causa de las propiedades ácidas de las sustancias, por lo que lo denominó "principe acidifiant" y, más tarde, "principe oxygine", a partir de raíces de origen griego. Algunos químicos contemporáneos de Lavoisier criticaron la etimología de este término y propusieron otros relacionados con otras propiedades del oxígeno, con el objetivo de evitar precisamente la estrecha relación entre este nombre y una teoría sobre la que existía controversia. Tras el descubrimiento de ácidos que no contenían oxígeno, sobre todo con los experimentos electroquímicos de Humphry Davy (1778-1829), las ideas de Lavoisier sobre la acidez fueron abandonadas pero el término se ha mantenido hasta nuestros días.
De modo semejante, términos que hacen referencia a diversas sustancias como "alcohol", "antimonio" o "butano" han cambiado de significado a lo largo del tiempo. Resulta interesante el caso de la palabra "butano" porque muestra las diferentes transformaciones que puede sufrir un término cuando pasa de la terminología científica al lenguaje popular o a la inversa. Procede del latín "butyrum" (mantequilla) porque fue acuñado por Eugène Chevreul (1786-1889) para designar al ácido graso presente en la manteca de la leche (ácido butírico). Con el desarrollo de la terminología orgánica en el siglo XIX, esta raíz fue empleada para designar a toda una familia de compuestos formados por una cadena de cuatro carbonos, entre los que se encontraba el "butano". Por su empleo con fines domésticos, esta palabra ha pasado a formar parte del lenguaje común y, además, ha servido para establecer expresiones como "color butano", cuyo significado apenas tiene relación con el que originalmente fue establecido en química. Términos semejantes a butano, como "fuerza" o "trabajo", que son empleados tanto en las terminologías científicas como en el lenguaje común, presentan notables problemas en la enseñanza científica. Los estudiantes deben aprender nuevos significados para palabras que generalmente emplean en contextos diferentes al del lenguaje científico [SUTTON (1992), capítulo VIII]. Es evidente que el estudio de estos cambios de significado a lo largo del tiempo permite reflexionar sobre estas cuestiones y contribuye a aclarar algunos de estos problemas.
García Belmar, A.; Bertomeu Sánchez, J.R. Lenguaje, ciencia e historia:...., Alambique, 17 (1998), 20-37.
El estudio de los orígenes del vocabulario químico permite, además, identificar las principales razones por las que la terminología química presenta problemas tales como la sinonimia o la polisemia.
Un mismo compuesto nombrado según criterios diferentes puede dar lugar a la aparición de dos sinónimos como "tungsteno" (del sueco tung sten, piedra pesada) o "wolframio" (del nombre del mineral wolframita). Muchos términos utilizados por los primeros cultivadores de la química tenían un significado ambiguo y podían designar lo que en la actualidad consideramos un gran número de sustancias diferentes. Un ejemplo es la expresión "aqua fortis" (agua fuerte), que hoy continuamos utilizando para designar el ácido nítrico, la cual fue empleada en otros momentos para nombrar también el "espíritu de vino" (alcohol) o la sosa caústica en disolución.
Otro problema relacionado con el carácter histórico de la terminología química es el cambio de significado que han sufrido los términos a lo largo del tiempo. Resulta fácil comprobar esta cuestión en palabras como "átomo", que fue acuñado por los primeros pensadores atomistas griegos, con el objetivo de designar las últimas partículas indivisibles que constituyen todas las cosas. Procede del prefijo griego "a-", que indica negación o privación, y la raíz también griega "tómos", que significa" parte". Desde el punto de vista etimológico, su significado es, por lo tanto, "sin partes" o "indivisible". A lo largo de los siglos, este término ha adquirido diferentes significados y en la actualidad es empleado para designar unas entidades físicas que, paradójicamente, ya no son consideradas indivisibles, sino constituidas por electrones, protones, neutrones y otras partículas subatómicas [METZGER (1947)]. Semejantes cambios de significado se han producido en el caso de términos como "elemento y compuesto", "análisis y síntesis" [OLDROYD (1973)], "radical orgánico" [NOEL (1981)] o "afinidad química" [DUNCAN (1981)].
Otro ejemplo conocido de cambio de significado es el término "oxígeno". Fue acuñado por Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) que consideraba a este elemento como la causa de las propiedades ácidas de las sustancias, por lo que lo denominó "principe acidifiant" y, más tarde, "principe oxygine", a partir de raíces de origen griego. Algunos químicos contemporáneos de Lavoisier criticaron la etimología de este término y propusieron otros relacionados con otras propiedades del oxígeno, con el objetivo de evitar precisamente la estrecha relación entre este nombre y una teoría sobre la que existía controversia. Tras el descubrimiento de ácidos que no contenían oxígeno, sobre todo con los experimentos electroquímicos de Humphry Davy (1778-1829), las ideas de Lavoisier sobre la acidez fueron abandonadas pero el término se ha mantenido hasta nuestros días.
De modo semejante, términos que hacen referencia a diversas sustancias como "alcohol", "antimonio" o "butano" han cambiado de significado a lo largo del tiempo. Resulta interesante el caso de la palabra "butano" porque muestra las diferentes transformaciones que puede sufrir un término cuando pasa de la terminología científica al lenguaje popular o a la inversa. Procede del latín "butyrum" (mantequilla) porque fue acuñado por Eugène Chevreul (1786-1889) para designar al ácido graso presente en la manteca de la leche (ácido butírico). Con el desarrollo de la terminología orgánica en el siglo XIX, esta raíz fue empleada para designar a toda una familia de compuestos formados por una cadena de cuatro carbonos, entre los que se encontraba el "butano". Por su empleo con fines domésticos, esta palabra ha pasado a formar parte del lenguaje común y, además, ha servido para establecer expresiones como "color butano", cuyo significado apenas tiene relación con el que originalmente fue establecido en química. Términos semejantes a butano, como "fuerza" o "trabajo", que son empleados tanto en las terminologías científicas como en el lenguaje común, presentan notables problemas en la enseñanza científica. Los estudiantes deben aprender nuevos significados para palabras que generalmente emplean en contextos diferentes al del lenguaje científico [SUTTON (1992), capítulo VIII]. Es evidente que el estudio de estos cambios de significado a lo largo del tiempo permite reflexionar sobre estas cuestiones y contribuye a aclarar algunos de estos problemas.
García Belmar, A.; Bertomeu Sánchez, J.R. Lenguaje, ciencia e historia:...., Alambique, 17 (1998), 20-37.
3 comentarios:
Este es un tema para los especialistas en semantica del P.DE L Y L.
¿Qué se podría hacer para que los alumnos opinen sobre estos temas tan copados que ponés ?
La química tratada así resulta muy apasionante y contagiosa...
Brenda
¡Que química entre la química y la lengua! ¿Quién dijo que un profesor de química no es profesor de lengua?No quedan dudas de que el lenguaje nos constituye y nos acerca. ¡Qué buen uso de los términos técnicos de Semántica léxica!Temas especiales para clases compartidas con Lingüística III. EXCELENTE!
Nor Gra.
Alquimista aquí te envío una poesía para seguir con la corriente del lenguaje.
LEECIÓN SOBRE EL AGUA
Este líquido es agua
Cuando pura, es inodora, insípida e incolora.
Reducida a vapor,
A presión y a alta temperatura
Mueve los émbolos de las máquinas, que, por eso
se denominan máquinas de vapor.
Es un buen disolvente.
Aun con excepciones, pero de un modo general
Disuelve bien todo: ácidos, bases y sales.
Congela a cero grados centígrados
Y hierve a cien bajo presión normal.
Fue en ese líquido que en una noche cálida de verano
Bajo un resplandor gomoso y blanco de camelia
Apareció flotando el cadáver de Ofelia
Con un nenúfar en la mano.
Antonio Gedeño.
Nor Gra de Los Días de miércoles.
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